viernes, 5 de octubre de 2007

Literatura y desarrollo intelectual infantil

Andrés Díaz Marrero

La literatura infantil es la parte de la literatura general, cuyo discurso va principalmente dirigido a (o es hecho ‎suyo por) los niños; bien, porque sus autores así lo quisieron, o porque los propios niños adoptaron dichas ‎obras; aun cuando las mismas no estaban destinadas a ellos.‎

La literatura satisface, entre otras, las siguientes cuatro necesidades en los niños:‎

La primera: La necesidad de pertenecer
Todo niño necesita ser aceptado, sentirse orgulloso de su origen, ubicarse en su entorno social y ser partícipe ‎de su cultura. La literatura, provee los más diversos ejemplos de convivencia. Con ella se trasmiten ‎costumbres, tradiciones, creencias y valores que ayudan a la integración del niño con la sociedad, ambiente y ‎momento histórico que le ha tocado vivir.‎

La segunda: La necesidad de amar y de ser amadoPor ejemplo: Cuando el niño se identifica con el héroe de una obra, vive vicariamente y siente, al igual que ‎éste, la satisfacción de ser querido. Además de que gran parte de los cuentos y poemas que se les ofrece a los ‎niños gozan de la cualidad de la ternura, hablan del amor desinteresado, de la amistad y de la virtud de ‎compartir.‎

La tercera: La necesidad de desarrollar valores éticos
Lo niños se identifican con los personajes que representan las causas nobles. Viven vicariamente las ‎vicisitudes del (o de la) protagonista, que lucha con honestidad por sus principios y triunfa. Gozan al ver que ‎la valentía, la verdad, y la honestidad prevalecen. La literatura se convierte en ejemplos de lucha entre el bien ‎y el mal. Los personajes ejercen, en ésta, su libre albedrío y cada cual participa de las consecuencias de sus ‎acciones.‎

La cuarta: (pero no menos importante) La necesidad de adquirir conocimientos
El niño adquiere de los cuentos y poemas, que escucha o lee, un cúmulo de información y conocimientos ‎sobre la historia, la cultura y las ciencias, que enriquecen su vocabulario y estimulan su creatividad e ‎imaginación. Esto es así, porque la literatura infantil toca, de alguna forma, todas las áreas esenciales del ‎comportamiento humano.‎

La literatura para niños

Si examinamos las obras de literatura infantil, veremos que, las mismas, pueden puede ser clasificadas en tres ‎grupos principales: Las escritas por los propios niños, las escritas para los niños y las adoptadas por los niños.‎

De las tres clasificaciones mencionadas, la primera: -La obra escrita por los propios niños- es la que, con todo ‎rigor, podría clasificarse como literatura infantil. Los niños prefieren sus propios escritos, no empece, los ‎defectos de expresión o estilo que tengan, porque los mismos son una expresión de su intimidad. Y aunque ‎sus creaciones no deleiten a otras personas, ellos, se sienten deleitados y conmovidos con su obra.‎

La segunda clasificación: -La obra escrita para los niños- ha sido la que más amplia difusión ha logrado; ‎difusión motivada en gran parte, por intereses comerciales. Es en esta literatura donde el calificativo de
‎“infantil” debe ponderarse con mayor cuidado. En ésta el adulto se arroga el derecho de seleccionar lo que, él, ‎considera propio para los niños. En la mayoría de los casos, el adulto lo que hace es imponerles sus gustos y ‎prejuicios; o peor aún, ofrecerles un tipo de literatura que, según su criterio, tiene un propósito “educativo”. ‎Es decir, obras cuyo fin primordial es el didáctico. Sin embargo, la experiencia nos señala que los niños ‎aceptan, sin reservas, una obra cuando la disfrutan. El niño que disfruta de una obra, la vive. Se regocija con ‎la belleza contenida en la prosa de un buen cuento y se deleita con el ritmo, la rima y la musicalidad de los ‎poemas. Su fértil imaginación transforma la palabra, leída o escuchada, en magia evocadora de ensueños y de ‎sentimientos.‎

La tercera clasificación: -La obra adoptada por los niños- merece nuestra más profunda reflexión. El Conde de ‎Lucanor, Los viajes de Gulliver, Robinson Crusoe y los cuentos de Juan Bobo, entre otros, fueron creados ‎para un público adulto. No obstante, los niños los han hecho suyos. ¿Por qué? La explicación es, a nuestro ‎entender, sencilla: Los niños adoptan una obra, no dirigida a ellos, escrita por un adulto, cuando la misma los ‎conmueve y deleita. Conmover y deleitar, son, precisamente, las características esenciales de la literatura; ya ‎que la capacidad de deleitar y conmover es lo que convierte al texto en uno literario. Cuando el texto o ‎discurso nos ofrece información, pero, es incapaz de causarnos gozo estético y conmovernos, lo llamamos ‎LECTURA.‎

La Lectura es un excelente medio para informar, su discurso es más objetivo y su contenido apela a la lógica y ‎al razonamiento. Por otro lado, el lenguaje literario es uno subjetivo, ambivalente, cargado de sugerencias ‎dirigidas a la emoción y a lo afectivo. Si no tenemos clara la distinción, entre Literatura y Lectura, podemos ‎caer en el error de intentar sustituir la una por la otra. Cosa que, con demasiada frecuencia, ¡ocurre en los ‎actuales textos escolares!‎

No obstante, los textos de Lectura son, sin discusión alguna, instrumentos idóneos para trasmitir información. ‎Esto se hace patente en los libros de Historia, Ciencias y Matemáticas. Pero no justifica la sustitución de la ‎Literatura por la Lectura cuando de géneros literarios se trata. Son demasiado, los textos escolares en los que ‎se intenta sustituir el cuento por una prosa insípida y de sustituir la poesía por una burda versificación.‎

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