Andrés Díaz Marrero
La literatura infantil es la parte de la literatura general, cuyo discurso va principalmente dirigido a (o es hecho suyo por) los niños; bien, porque sus autores así lo quisieron, o porque los propios niños adoptaron dichas obras; aun cuando las mismas no estaban destinadas a ellos.
La literatura satisface, entre otras, las siguientes cuatro necesidades en los niños:
La primera: La necesidad de pertenecer
Todo niño necesita ser aceptado, sentirse orgulloso de su origen, ubicarse en su entorno social y ser partícipe de su cultura. La literatura, provee los más diversos ejemplos de convivencia. Con ella se trasmiten costumbres, tradiciones, creencias y valores que ayudan a la integración del niño con la sociedad, ambiente y momento histórico que le ha tocado vivir.
La segunda: La necesidad de amar y de ser amadoPor ejemplo: Cuando el niño se identifica con el héroe de una obra, vive vicariamente y siente, al igual que éste, la satisfacción de ser querido. Además de que gran parte de los cuentos y poemas que se les ofrece a los niños gozan de la cualidad de la ternura, hablan del amor desinteresado, de la amistad y de la virtud de compartir.
La tercera: La necesidad de desarrollar valores éticos
Lo niños se identifican con los personajes que representan las causas nobles. Viven vicariamente las vicisitudes del (o de la) protagonista, que lucha con honestidad por sus principios y triunfa. Gozan al ver que la valentía, la verdad, y la honestidad prevalecen. La literatura se convierte en ejemplos de lucha entre el bien y el mal. Los personajes ejercen, en ésta, su libre albedrío y cada cual participa de las consecuencias de sus acciones.
La cuarta: (pero no menos importante) La necesidad de adquirir conocimientos
El niño adquiere de los cuentos y poemas, que escucha o lee, un cúmulo de información y conocimientos sobre la historia, la cultura y las ciencias, que enriquecen su vocabulario y estimulan su creatividad e imaginación. Esto es así, porque la literatura infantil toca, de alguna forma, todas las áreas esenciales del comportamiento humano.
La literatura para niños
Si examinamos las obras de literatura infantil, veremos que, las mismas, pueden puede ser clasificadas en tres grupos principales: Las escritas por los propios niños, las escritas para los niños y las adoptadas por los niños.
De las tres clasificaciones mencionadas, la primera: -La obra escrita por los propios niños- es la que, con todo rigor, podría clasificarse como literatura infantil. Los niños prefieren sus propios escritos, no empece, los defectos de expresión o estilo que tengan, porque los mismos son una expresión de su intimidad. Y aunque sus creaciones no deleiten a otras personas, ellos, se sienten deleitados y conmovidos con su obra.
La segunda clasificación: -La obra escrita para los niños- ha sido la que más amplia difusión ha logrado; difusión motivada en gran parte, por intereses comerciales. Es en esta literatura donde el calificativo de
“infantil” debe ponderarse con mayor cuidado. En ésta el adulto se arroga el derecho de seleccionar lo que, él, considera propio para los niños. En la mayoría de los casos, el adulto lo que hace es imponerles sus gustos y prejuicios; o peor aún, ofrecerles un tipo de literatura que, según su criterio, tiene un propósito “educativo”. Es decir, obras cuyo fin primordial es el didáctico. Sin embargo, la experiencia nos señala que los niños aceptan, sin reservas, una obra cuando la disfrutan. El niño que disfruta de una obra, la vive. Se regocija con la belleza contenida en la prosa de un buen cuento y se deleita con el ritmo, la rima y la musicalidad de los poemas. Su fértil imaginación transforma la palabra, leída o escuchada, en magia evocadora de ensueños y de sentimientos.
La tercera clasificación: -La obra adoptada por los niños- merece nuestra más profunda reflexión. El Conde de Lucanor, Los viajes de Gulliver, Robinson Crusoe y los cuentos de Juan Bobo, entre otros, fueron creados para un público adulto. No obstante, los niños los han hecho suyos. ¿Por qué? La explicación es, a nuestro entender, sencilla: Los niños adoptan una obra, no dirigida a ellos, escrita por un adulto, cuando la misma los conmueve y deleita. Conmover y deleitar, son, precisamente, las características esenciales de la literatura; ya que la capacidad de deleitar y conmover es lo que convierte al texto en uno literario. Cuando el texto o discurso nos ofrece información, pero, es incapaz de causarnos gozo estético y conmovernos, lo llamamos LECTURA.
La Lectura es un excelente medio para informar, su discurso es más objetivo y su contenido apela a la lógica y al razonamiento. Por otro lado, el lenguaje literario es uno subjetivo, ambivalente, cargado de sugerencias dirigidas a la emoción y a lo afectivo. Si no tenemos clara la distinción, entre Literatura y Lectura, podemos caer en el error de intentar sustituir la una por la otra. Cosa que, con demasiada frecuencia, ¡ocurre en los actuales textos escolares!
No obstante, los textos de Lectura son, sin discusión alguna, instrumentos idóneos para trasmitir información. Esto se hace patente en los libros de Historia, Ciencias y Matemáticas. Pero no justifica la sustitución de la Literatura por la Lectura cuando de géneros literarios se trata. Son demasiado, los textos escolares en los que se intenta sustituir el cuento por una prosa insípida y de sustituir la poesía por una burda versificación.
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